domingo, 12 de febrero de 2017

¿Y tú, quién eres?

Colaboración de Sergio Gutiérrez Velasco


    Escribo esto a raíz de lo que me pasó ayer por la noche: después de cuarenta y tantos años de trabajo como enfermero, la mayor parte de ellos en turno nocturno (noche sí, noche no; así hasta el infinito , y más allá), y en Urgencias; la de ayer fue la última noche de trabajo de Carlos (supongo que no le importará que utilice su nombre real). El caso es que le conozco desde hace 8 años, los que yo llevo trabajando en mi hospital. Se podría decir que le conozco bien, hemos compartido momentos de trabajo duro, de trabajo más relajado; momentos de risas y también de nerviosismo; de todo eso cabe cuando se trabaja de noche en un Servicio de Urgencias hospitalario. Si me preguntas quién es Carlos, te diré: “el enfermero de noches”.  
     Pero supongo que Carlos no se definiría así, si le preguntasen. Él diría: “soy un chico de 65 años, de Cellorigo (un pueblo de La Rioja, perdido entre las laderas de la Sierra de Cantabria, de esos pueblos en los que, si te das un paseo, te sales del mapa; un pueblo en el que puedes tener un pie, literalmente,en Burgos y otro en La Rioja…), tengo una hija,  estoy casado, me gusta ir a mi pueblo (del que fui alcalde un tiempo porque nadie quería serlo) y hacer chapucillas allí, me gusta pasear por el monte, y en Junio me iré a hacer el Camino de Santiago con unos amigos…ah, y fui enfermero durante cuarenta y tantos años, muchos de ellos en Urgencias”. Así, como de soslayo. 
    
Hoy pensaba que cada persona tenemos un rasgo principal que nos define, un aspecto de nuestra personalidad, de nuestra vida, que es el que nos identifica. Como ese juego en el que tienes que decir la primera palabra que se te pasa por la cabeza al ver una serie de imágenes. Esa palabra que los demás elegirían para definirnos es lo que, a veces inconscientemente y sin querer, proyectamos a los demás. 
Según eso, hay gente en la que prima su perfil político, esa gente que se define por su ideología por encima de todo lo demás, y anteponen este aspecto en todos los órdenes de su vida. Incluso eligen sus amistades o su pareja según su ideología. Esto les convierte, a menudo, en personas muy sectarias, rígidas para las relaciones sociales. En la Facultad vi varios ejemplos de este tipo de gente;  habitualmente, no sé por qué, abundaban más los tipos de ideología de izquierda entre ellos. Actualmente tenemos ejemplos de este tipo de gente en nuestros políticos; no puedo evitar acordarme de aquellos compañeros de Facultad cuando oigo hablar a Iglesias y Errejón : discursos vacuos llenos de topicazos para enardecer corazones heridos por la crisis… 
Otros, en cambio, son gente que se define por su trabajo. Si les pides que se presenten ante unos desconocidos, empiezan por “hola, soy fulanito de tal, director de marketing de…” Miden el éxito de su vida por su éxito profesional. Lamentablemente, a menudo su vida privada es inversamente proporcional a la profesional: parejas rotas,  hijos desatendidos, familiares con los que no se hablan… En mi trabajo, desgraciadamente, abundan estos tipos. Son aquellos que han sacrificado su pareja, su familia, por pasar más horas trabajando, por estudiar más, por asistir a más Congresos, por publicar más. La verdad es que todos acudimos a ellos cuando tenemos alguna duda, pero no querría cambiar su vida por la mía; no, gracias. En mi caso, tengo claro que el trabajo es un medio para ganar dinero para dedicarlo a lo que me gusta/importa; y, puestos a ello, mejor que sea una actividad lo más llevadera posible.

En el otro lado, los hay que se definen sólo por sus aficiones; y también pueden acabar siendo tan sectarios como “los políticos” de los que hablaba antes: sólo se relacionan con la gente que comparte sus gustos (música, cine, arte, deporte), y todo lo demás no vale, es rancio, ó caduco.
Ojo, que también hay de los que se definen por su familia, sobre todo por sus hijos. Padres y madres cuyas personalidades propias  se diluyen como azucarillos en café cuando los hijos comienzan a ir al cole; y ya no son Fulanita ni Menganito; si no “la mamá /el papá de…” Cualquier excusa familiar es buena para dejar de ir al cine, a cenar con sus amigos, a tomar unas cervezas. “Gente sana en estos tiempos de refrescos light”. La frase no pega, pero siempre me ha gustado cómo suena.
Entonces, ¿dónde está la la virtud? ¿En el término medio de Aristóteles? ¿Cómo te gustaría que te recordasen? ¿Por tu trabajo, por tus ideas políticas, por tus aficiones, por tu familia…? Supongo que un poco de todo sería lo mejor, como casi siempre.
Creo que a Carlos le gustaría que le recordasen por ser buena persona, fundamentalmente. ¿Y a mí? A mí me gustaría que me recordasen por ser buen padre, pareja, profesional, hermano, hijo, compañero de equipo, compañero de salidas en moto o a la montaña, de conciertos, de cafés, de copas, de risas….
¡Uff, que estrés! Mejor me voy a ver otro paciente…


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