viernes, 30 de diciembre de 2016

Purita Pasión

    Qué bella es. Bellísima. No guapa, que también, sino bella. Su carita limpita, su piel lisa y joven, su bandita recogiendo el pelo, el brillo de sus ojos y todos sus gestos traviesos, sus caritas divertidas, su pasión por la vida... Es bella. Su carota, siempre dan ganas de cogerla la carota y estamparla un sonoro beso en la mejilla, o acercar mis ojos a los suyos para ver lo que ella ve mientras yo también puedo verla un poquito. O acariciarla con el anverso de la mano mientras habla de sus secretitos mágicos o de alguna cosa que le ha pasado en el colegio. ¿Sabes qué?, dice. Mueve sus manitas pequeñas y un poco regordetas mientras explica algo con pasión. Tiene un lunarcito en el centro de la frente, un poquito por encima de las cejas, cual bindi natural, como si el que la pensó quisiera dejar esa señal, como diciendo, eh chicos, os conocisteis en la India, no os olvidéis nunca de que este es el primer bello fruto del árbol de vuestro amor. Ella tiene más lunares y una nariz preciosa. Siempre tiene la carita calentita. Yo la cubro de besos y ella a mí sólo me da uno al día, cuando la animo a dármelo a modo de buenas noches, justo antes de que se sepulte bajo su sábana y su manta y se envuelva hasta la cabeza. Una o dos veces me ha dado un beso espontáneo en el último mes, yo sé que me quiere mucho. También ha comenzado a guardarme cosas de comer o a tener algún detalle conmigo. Sigue siendo salvaje y bella, Purita Pasión. Un día, en verano, comenzó a confeccionar unas revistas con dibujos y textos hechos por ella en medios folios doblados, que fue poniendo uno encima de otro y después grapó. La llamó Puri Cuchita y, desde entonces, yo también la llamo así. Cuchita, mi lechón bello y salvaje. Baila, hace gimnasia rítmica, inventa juegos, se imagina mil historias, construye tiendas y hoteles laberínticos, recorta, pega, dibuja, colorea y crea cuentos, miles de bromas donde aparece la caca, el pis, el pedo y el culo, para que su hermanito se parta de risa. Adora a sus gatitos. Los abraza, los aplasta, los acaricia... Sus ojos son enormes, de mirada limpia, vivos, expresivos. A veces no te mira mientras habla y de repente te mira mucho, pero de una forma que no intranquiliza. Tiene una voz preciosa y esto no quiere decir que sea dulce y femenina, que también, sino que la utiliza de mil maneras; voz de miedo, de sueño, de enfado ~ ahí es cuando hincha los mofletones ~, de rabia, de ilusión, de contento, silencio ~ situación casi inexistente mientras está despierta. A veces queda embobadita mirando la tele un poco de lado, de reojo, concentrada en lo que dicen los personajes de los dibujos animados ~. Habla muy buen inglés y es genial con las matemáticas y con las palabras. Adora a sus amigas y sabe elegirlas bien. Todas la quieren y ella tiene sus normas, respeta las existentes y le disgusta que otros no lo hagan. De esos ha aprendido a apartarse sin aspavientos. Cómo nada, qué fuerte está, y qué estilazo. Me saluda desde el agua con el gorrito de colores y las gafas de nadar, que le hacen aún más carota bella. La amo. Se despide mil veces desde lejos cuando te separas de ella; me tira muchos besos al aire. Todo lo bello y divertido le ilusiona. Le encanta la clase de música, y hacer gimnasia. Espera con pasión la clase de ajedrez, cada dos semanas. Quiere mucho a su hermanito, el único al que besa cada día de forma espontánea. Lleva coleta, trenzas, moño, coletas, moños, pinzas, bandita, gomas de colores. Por fin se desenreda el pelo con un cepillo rosa enorme. Se pinta cosas a boli en las manitas. Es bellísima y la amo con locura, pasión y desenfreno. Ahora todo se le cae, se le resbala, lo tira; manitas de mantequilla, se le pasará. Lo pasamos muy bien juntos. La ayudo a estudiar y a hacer los deberes, igual que su mami. Nos queremos mucho. Le encanta aprender, le apasiona conocer el mundo. Es inteligente y divertida. Traviesa, en plan diver. Le gustan las cosquillas y saltar sobre la cama, y también gritar mientras juega. Canturrea por las mañanas, mientras se viste y juega con su hermano, tras un lento desayuno. Es linda y feliz y la amo. Es pura magia, un bebé precioso que todavía corretea. Algunas cosas le preocupan, o le dan miedo, pero luego se le pasa, cuando viene a que la abraces. Es salvajista, sin término medio, lo cual la hace más bella aún. Hay que educarla y regañarla a veces, pero lo entiende. Es buena, sin maldad ninguna. Preciosa, Puricuchita, Purita Pasión.

sábado, 24 de diciembre de 2016

Cantos de Sirena

   Siento como si hubiéramos apagado nuestra llama movidos por el deseo de no quemar nunca más a nadie, y ese bello y generoso acto, fruto de la lenta transformación de todos nuestros corazones, fuera aprovechado por las teóricas víctimas para arrojar su careta al suelo y dejar libre a su Satán particular, no, o mejor aún, para exagerar la mueca plañidera de sus exageradas poses y transformarse en extraños seres bipolares, que sobreactuan, que gesticulan y aspavientan como un mal actor de teatro, que entregan su pantomima a un público que no tamiza, hipnotizado por ideas bienpensantes y cómodas, dispuesto a juzgar y dilapidar las vidas de pobres gentes, en una especie de ritual de venganza por agravios pasados, en una pira colectiva que abrasa la carne por siempre y marca a fuego la piel con el hierro candente del estigma social, con la marca indeleble que permite odiar sin saber bien por qué. Esos seres que en privado se comportan como pirómanos del tupido bosque de nuestras almas, que queman un poco cada día, no fallan nunca, cada día, buscando el tronco débil de la foresta, ese que en todos existe y que ha de estallar en violentas llamas si se sabe buscar bien, si hurga concienzudamente la Incendiaria, mientras los reflejos de la luz de su antorcha dibujan las afiladas facciones de seres egoístas y monstruosos, a los que no les tiembla la mano, ni por un segundo, cuando prenden fuego a aquel que dio la vida por ellas, a ese caballero que cruzó el Mundo en su busca, al que construyó un hogar para su amada prole, al que abandonó la Tierra Prometida por seguir a la bella sirena que ya cantó a Ulises desde los escollos, esa Incendiaria sí, esa que atrae tu barco, de enchido velamen, hacia el tenebroso acantilado, y espera paciente el momento en el que la quilla revienta en lluvia de astillas contra las negras rocas de su isla, aquella tierra estéril en la que en el fondo nunca entramos, y prende fuego al barco con el Capitán a bordo, y observa, con el sabor de la venganza y la sangre rezumando por sus encías podridas, mirando con un brillo en los ojos, de esos que se relame en la venganza gratuita, al traicionado marynero, al iluso, al que despierta en un mal sueño, en una pesadilla tan inhumana que no puede creer que se ha vuelto real, ese que se arranca el puñal de la traición bien urdida, y que puede ver su sangre brotando a borbotones mientras entrega la daga que él mismo compró a su asesina, con la mirada herida por el amor utilizado en su contra. Ese que deberá pasar por el trance de ver su carnoso y palpitante corazón rojo convertirse en una bola de tejido muerto, carbonizado, duro y quebradizo, que habrá de transitar terroríficas noches de frío e infinita soledad, acunado por el espanto, asomado al abismo del egoísmo y la maldad de los otros, amenazado por la pobreza, envuelto en una fina manta que no calienta, con el cuerpo frío y rígido de los cadáveres, ese que recorrerá la Senda Que Te Hace Más Fuerte, ese Héroe que se levantará una mañana atraído por el último rayo de esperanza hacia la Vida, la suya, pero sobre todo la de otros, aquellos que tiran de él porque precisan de su Amor, ese que dio inútilmente a la Incendiaria y que ahora dará a los bellos frutos caídos del árbol, y que él habrá de recoger y regar. Será, tras la tormenta y el incendio, un nuevo capitán, crecerá de nuevo el bosque, de brotes fuertes que nacen sobre la tierra carbonizada, cogerá el timón de otro barco, más pequeño, más frágil quizá, pero será uno que no acarree ningún lastre, será un bosque que ya nunca nadie podrá quemar jamás.

miércoles, 23 de noviembre de 2016

Eres un mierda

    Eres un mierda. ¿No te lo había dicho nunca nadie?Pues lo eres. Un mierda de esos que compra en páginas de cupones descuento, creyéndose el más listo, y que cuando acude a recibir el servicio contratado y se encuentra con la única basura que le pueden ofrecer por las cuatro perras que pagó, pone una queja. Un mierda que contrata un seguro de salud para que le salga más barato su tratamiento y luego devuelve la cuota en el banco. Un mierda al que le encantan las tarjetas de puntos del supermercado y la gasolinera. Nunca pagas un café ni una ronda. Un mierda al que le cuesta donar dos euros al mes a una ong, contra la que siempre encuentras alguna cuita imaginaria. Un mierda que lleva a sus hijos a un colegio público y que se queja de tener que ayudarles con los deberes. Eres ese mierda que se pega cual mosca a la miel a cualquier pobre padre que caiga en sus garras, para teñir de inmundicias la reputación de una profesora o un centro educativo. Un mierda de esos que se pone bravo en Facebook o en Whatsapp. Eres un mierda, sí. Una de esas que cruza la calle de espaldas mientras habla por el móvil y amenaza al conductor que ha tenido la infinita paciencia de no atropellarla con llevarle a los juzgados. Una mierda de esas que amenaza a jefes y compañeros en el trabajo. Sí, un mierda que se pone chulo y agresivo parapetado tras la seguridad de su coche. Un mierda de esos a rebosar de derechos y eximido de todas las obligaciones. Un mierda que engaña a sus clientes y que no paga a sus proveedores, un mierda de esos que se inventa cualquier queja para no pagar al electricista que te ha cambiado las bombillas de casa. Un mierda, un mierda. Uno de esos que jamás reconoce un error y que mentirá y se pondrá agresivo hasta la muerte para taparlo. Un cacas de esos que no le sale de los cojones pedir perdón o dar las gracias. Un excremento incapaz de respetar a un muerto. Un mierda de esos, sí, de esos que jamás disculpa un error humano, sino que se engancha a él para hacer sentir mal a los demás y conseguirlo todo gratis. Un mierda de esos que se pone estupendo cuando va en grupo y le tira unas monedas al suelo a un indigente para que las recoja. Sí, una mierda de esas que tiene dinero para cremas caras y lujosos zapatos, o para ponerse tetas, pero que apaga la televisión cuando ve en las noticias un campo de refugiados o una guerra. Una mierda orgullosa de ser una maleducada y una inculta, o de inventarse una agresión para justificar un divorcio por dinero delante de cualquier coro de plañideras que te quiera escuchar. O un mierda que pega a su esposa  y que deja pasar primero a las mujeres por la puerta, rebosante de caballerosidad. Te has vuelto un despojo, un desperdicio, un detritus y, como nadie se queja, nadie te dice nada, todo el mundo te aplaude, te sientes pletórico de confianza y autocomplaciencia. Eres ese mierda que vocea los derechos y sufrimientos de los demás para conseguir lo que quieres. Ese cacas que humilla a los compañeros para conseguir un ascenso, ese jefe que pisotea a sus empleados para sentirse importante. Eres ese mierda que intenta sacarle el dinero a los ancianos o adquirir ventaja en una competición cuando nadie te ve. Ese cacas que rezuma envidia frente al éxito o la bondad de los demás. Eres esa mierda que busca cualquier excusa para no estar con sus hijos y que luego se queja de que en el colegio no les educan bien. Eres esa basura que se inventa una baja, o que no paga impuestos, esa basura que quiere cobrar un dineral por no haber hecho nada en la vida y que desprecia el esfuerzo de los demás. Ese mierda, sí, tú, orgulloso de ser un inculto y una mala persona. Ese mierda capaz de pisotear a cualquiera o despreciar el sufrimiento ajeno con tal de tener una casa más grande o un coche más caro. Uno de esos mierdas que rascan comisiones, uno de esos que ven a las personas como medios para conseguir sus objetivos. Una mierda de esas que no paga la comunidad de vecinos porque no tiene dinero mientras lleva un bolso de seiscientos euros colgado de su brazo izquierdo. Una de esas que pone un pleito al currito que te ha reformado la casa para no pagarle. Eres un mierda, sí, tú, una mierda. Un mierda de esos que lo sabe todo sin escuchar a nadie y que soluciona los problemas matándolos a todos, a voz en grito, para que se te oiga bien. Eres un mierda capaz de mentir durante semanas para llevar a cabo una venta y conseguir tu comisión. Eres una mierda de esas que siempre está hablando de lo duro que es atender a sus hijos, pobre pequeña burguesa maltratada. Una mierda de esas que deja tirada a una amiga en cuanto tiene un problema y no es divertida, un despojo egoísta que sólo quiere hablar de superficialidades. Un mierda de esos que jamás ha hecho un esfuerzo desinteresado por nadie, que nunca ha regalado su tiempo para cuidar de un familiar o un amigo. Eres ese mierda vacío, esa arpía manipuladora que se pasa horas mirándose al espejo, poniendo caritas y posturitas antes de hacerse un selfie y colgarlo en una red social, ansiosa de Me Gustas. Eres esa mierda incapaz de comprender el dolor ajeno pero que reclama la atención de todo el planeta porque se le ha roto una uña. Ese excremento que se tapa los ojos ante el sufrimiento y la miseria del mundo y que se merece ser feliz. Por eso parece que te va tan bien, precisamente porque eres una grandísima mierda apestosa recubierta de un montón de capas doradas incapaces de disimular tu hedor. Un mierda, sí, una mierda.

lunes, 14 de noviembre de 2016

El desencantado, de Budd Schulberg

    Hay libros que le dejan a uno sin aliento, y El desencantado es sin duda uno de ellos. No porque sea una trepidante novela de aventuras, lo cual es en cierto sentido, sino a causa del torbellino emocional en el que se ve uno implicado. Schulberg utiliza su experiencia como guionista de Hollywood junto a Scott Fitzgerald para construir un relato que parece reconciliar una pasión icónica por los años veinte con su posterior crítica feroz. Su alter ego, un joven guionista llamado Shep, se embarca en la escritura de un guión junto al famoso escritor Manley Halliday. Amor sobre hielo es una comedia tonta y vacía garabateada por Shep y que Víctor Manim, poderoso director de estudio hollywodiense, espera que Halliday convierta en una obra maestra gracias a su genio literario. Ese toque, esa magia, desapareció con el fin de la década de los veinte en la cual Halliday fue encumbrado a la categoría de dios literario gracias a la capacidad de retratar una sociedad opulenta y salvaje, que simplemente cogía lo que quería. Halliday es en ese momento, 1939, un fracasado de larga duración que siempre a tenido muy a gala despreciar el cine pero que se ve abocado a aceptar el encargo para poder pagar sus deudas de la fiesta de la década anterior. Ann le ha ayudado a salir del alcoholismo y a afrontar su diabetes pero no ha conseguido extirpar de su mente los fantasmas del pasado, ni desalojar la enfermedad de la nostalgia de su corazón. Jere, jere... esa misteriosa y alocada mujer que marcará la vida de Halliday, esa niña malcriada y caprichosa, esa pareja eternamente inmadura y salvaje. Cuando Shep y Manley se ven obligados a viajar a Nueva York por exigencias del guión, Halliday comienza el descenso a los abismos del pasado con su primer sorbo de champán. El alcohólico resucita y sumerge a Shep en un torbellino de burbujas y desequilibrio autocompasivo junto a su ídolo literario de juventud. Poco a poco el desencanto se apodera de él al conocer al verdadero Halliday, mientras que este baña su propio desencanto en litros de alcohol. El crack del veintinueve no sólo supuso su ruina económica sino también la literaria, en cuanto que significó la demonización de su vida y su obra. Ese autor generacional tan brillante quedó rápidamente obsoleto y olvidado. El alcoholismo y el fracaso se convierten en una fascinante aventura en compañía de Halliday, en una historia trepidante a través de una tormenta emocional de la que uno no desea salir. Late aún en Halliday un último estertor de lucha por significarse a sí mismo y a toda una época vilipendiada dentro de un viejo prematuro que arrastra sus miserias hasta una universidad que le sitúa frente a su ídolo pagano: la eterna juventud. Un Manley corpóreo que es un deshecho tragicómico habitado por una mente que se estancó en el pasado, ciego de amor por una Jere que es puro artificio, picardía e inmadurez, una niña bien que juega a la guerra en Europa y que seguirá jugando a la literatura, la fiesta y el amor por el resto del mundo, hasta que pierda el control de la pócima que consigue que todo sea mágico y trepidante: el alcohol. 
    Dos pálidos fantasmas se reencuentran en Nueva York y la sensación de vivir enamorados de alguien que hace mucho que no existe les asalta. Manley alzará al viento el puño reivindicativo de su genio con un manuscrito que sueña con sobrevolar la muerte y vislumbrar los porqués de la gran fiesta. Una novela que no podemos evitar relacionar con la juerga vivida en España a principios de siglo, seguida de nuestra propia década de desencanto. Aquí ha faltado el glamour que destilan los personajes y las vidas de El desencantado. Una historia de esas que consigue que la pasión por la literatura nos estalle en el pecho. 

domingo, 6 de noviembre de 2016

Limónov, de Emmanuel Carrère

    Ayer fue el cumpleaños de mi hija mayor y mi mujer regresó de un viaje de cooperación por tierras africanas. Hemos disfrutado de dos días de reencuentro y felicidad familiar, que hemos finalizado viendo El puente de los espías, protagonizada por Hanks, dirigida por Spielberg y escrita por los Coen. Una película situada en la guerra fría y que narra la historia de la defensa legal de un espía ruso y su posterior intercambio por espías americanos. También cuenta el triunfo de las ideas democráticas sobre las opiniones populares y el miedo. Y siempre ando yo a vueltas con esto de los ideales, las ideas y las opiniones. Me ronda desde hace años la ¿idea, opinión? de que los virus más mortíferos que existen sobre la faz de la tierra son los ideales, las ideas y las opiniones, todas o casi todas, y no sólo en las que obviamente estamos pensando. Porque también presenciamos el linchamiento de un hombre que defiende sus ideales y el de su familia por una sociedad burguesa y cínica que reacciona en base a opiniones populistas y violentas. 
    Marcho a la cama con estas y otras ideas y me acuesto junto a una mujer que ha estado en Senegal luchando por sus ideales frente a las opiniones de sus interlocutores. Me pide que apague la luz, lo cual hago con gusto. Bien merecido tiene su ansiado descanso. Yo leía Limónov, de Emmanuel Carrère, libro que relata las andanzas de un personaje, ¿persona, ser humano?, real, Eduard Limónov, y de paso, pincela la vida del propio autor. Una vida, la de Limónov, que corre paralela a la de su país de nacimiento, Rusia. Arranca en la guerra fría que describe la película y nos embarca en un viaje global por la segunda mitad del siglo XX hasta nuestros días. Carrère nos ofrece lo que él denomina un personaje aventurero y digno de envidia.
    A mitad del libro nos relata el encuentro del autor con un ídolo suyo, el cineasta Herzog, autor de películas que reflejan el intenso sufrimiento humano, quizá bajo el yugo de grandes ideales y opiniones. Y cómo se encuentra frente a un hombre que le desprecia y le humilla gratuitamente. Sus reflexiones sobre la entrevista recalan en un sutra budista: el hombre que se considera superior, inferior o incluso igual que otro hombre no comprende la realidad. Parece hablarnos del ego de Herzog, pero sin duda también del de Limónov, y hasta del suyo propio. Y es que Limónov se nos aparece como un ego superlativo construido sobre una montaña de opiniones chuscas. Una vida que no se me parece en nada a la de un aventurero envidiable: macarra, poeta fracasado, embaucador, llorica, lameculos, pordiosero, chapero, escritor de moda, guerrillero, político populista... una vida de mierda dirigida por opiniones ególatras. Otra existencia cuyas cenizas se llevará el viento del tiempo hacia la noche oscura que constituye el olvido. Leemos un libro ameno y cercano, entretenido, escrito en un género que navega entre la biografía, el diario, el autorretrato y la novela. Pero que a mí me ha llevado a las ciénagas de las ideas, las opiniones, los egos y los ideales. Y reflexionar sobre el daño que estos han hecho, hacen y harán a la Humanidad - no hay más que encender la televisión y ver cómo, por ejemplo, los ideales del Corán se transforman en opiniones violentas, o cómo se manipulan los inocentes ideales populares para transformarlos en peligrosas ideas populistas - pero también sobre el daño que nuestras en aparente dóciles ideas u opiniones pueden causar en nuestros hijos, amigos o compañeros de trabajo.
    Limónov vive obsesionado por el reconocimiento, porque se le distinga como alguien especial, diferente, superior. En el fondo es un esclavo de las opiniones de los demás y carece de ideales. Su ego ejerce el resto de la tiranía a la que vive sometido, obsesionado por remarcar una identidad que quizá no exista - ni la suya ni la de nadie, puede que tan sólo sea una idea más - a base de retales sucios. Y es que quizá, leyendo a Carrère, uno no coincida con la opinión de que su vida retrata la evolución de Rusia. Más bien siento, aunque esto es sólo otra opinión, que sitúa a la Humanidad frente a sus propias miserias modernas, completamente ciega, y no al modo de la justicia, frente a los pocos ideales que quizá pudieran reconciliarnos con nosotros mismos.

sábado, 29 de octubre de 2016

Stoner, de John Williams

    Al leer Stoner uno se siente como si estuviera contemplando un retrato. El de un hombre común, sencillo, neutro. Asistimos a la sencilla narración de la vida de otro occidental burgués. Su infancia, juventud, madurez y muerte. Una simple existencia más, con sus sinsabores y sus pequeñas alegrías; una vida que transcurre en la primera mitad del siglo XX, afectada por dos guerras mundiales, vistas desde la seguridad física de una universidad americana. Acompañamos a Stoner en una niñez dura y fría en una granja. Vivimos su entrada en la mencionada universidad y su súbito enamoramiento por la literatura. Asistimos a su fracaso matrimonial y a su incapacidad como padre. Sus vicisitudes profesionales como profesor con alumnos y compañeros. Su pasión amorosa y su defenestración. Y por fin, su muerte, acompañado de lo que más quería, abrazado a su identidad. Sus dos leves amistades nos llevan de la mano: Finch, cuya compañía se acerca y se aleja de Stoner y de su vida personal y profesional, pero que siempre constituye un fuerte asidero para él. Y Másters, tempranamente fallecido en acto de guerra, quien se convertirá en una especie de referencia moral y lazo de unión entre los dos amigos vivos. Su esposa Edith, una mujer marcada por fuertes complejos sexuales y emocionales, convierte la existencia de Stoner en un tormento de maldad y retorcimiento sibilinos. El profesor Lomax jugará el mismo papel en el ámbito universitario.
    Los problemas de Stoner podrían ser los de cualquiera de nosotros. Sin embargo, él muestra una manera muy personal de afrontarlos. Stoner encarna ese descomunal salto sobre el abismo que ha de dar toda sociedad rural que se transforma súbitamente en urbana e intelectual. Stoner conserva durante toda su vida la emotividad de un duro y frío campesino, de un ser humilde acostumbrado a apretar los dientes y sufrir. Un hombre de gran talla intelectual lastrado por una educación emocional pobre, incapaz de afrontar las vicisitudes de la vida con algo que no sea la pasividad y el silencio, la mirada anodina, el sufrimiento interior del que quizá se encuentra fuera de su lugar natural. Pero Stoner siente, aunque calla y se está quieto. Siente un profundo amor por su hija, y desnudar ese sentimiento le cuesta perderla. Siente amor verdadero por Katherine, que trata de proteger en un dique secreto, pero por cuyas grietas se escapan hilos de agua que se transformarán en una ola que les ahogará. Siente amor por la literatura, por esa universidad que, según Másters, cobija a los discapacitados, y será precisamente el complejo supurante de dos de ellos el que arrase con su intensa relación con las letras. Stoner afrontará los ataques a sus tímidos y tenues sentimientos como lo haría un granjero americano: encerrándose en sí mismo, encorvándose, aguantando el pedrisco, aceptando la agresión y la calumnia como algo con lo que simplemente hay que vivir. Presenciamos una emoción intensa y oculta, que nos aborda en pasillos, despachos y salones, que se ofrece atesorada detrás de cada sencilla línea, que nos asalta en cada capítulo.
 
John Williams maneja el pincel con maestría. Tan sólo acercándonos mucho al cuadro, sintiéndolo, descubrimos los trazos de un retrato maestro, de una intensidad emocional incapaz de labrar otro camino que no sea el que le habían marcado sus ancestros. El estilo de Williams se mantiene neutro, narrativo, algo distante. Con lo cual nos regala la oportunidad de incorporar nuestros sentimientos a la vida de Stoner, nos ofrece la ocasión única de vivir su vida y opinarla a nuestro gusto, de juzgar a Stoner, sí, juzgarle, como alguien digno de elogio y empatía o denostarle sin piedad. John Williams logra que sintamos algo muy intenso, sea lo que sea, por un hombre normal, por una vida normal. Quizá por nosotros mismos. Y eso le convierte en un maestro. Y su novela se alza en una de esas con las que nosotros, o Stoner, quizá, quisieramos morir entre las manos.

martes, 25 de octubre de 2016

El viajero bajo el resplandor de la luna. Antal Szerb

    Me encontraba sumido en una etapa de sopor literario, en la cual leía entregado, como siempre hago, autores o libros de renombre  que no conseguían hacerme vibrar, que no despertaban en mí ninguna de esas emociones o pensamientos que nos hacen apasionarnos por la literatura. Recordé la recomendación de un amigo: la librería Méndez, junto a la Puerta del Sol. Ya he ido y me ha hecho muy feliz, pero esa es otra historia. Antes, busqué referencias de tan noble establecimiento en la nube y me encontré con algunas gratas sorpresas, entre ellas la recomendación de El viajero bajo el resplandor de la luna, escrito por Antal Szerb y publicado en el año 1937.
    El período de entreguerras fue el escenario en el que este escritor húngaro de raíces judías, a causa de las cuales murió en un campo de concentración, escribió esta estupenda novela. Emplea un lenguaje claro y sencillo y presenta una estructura temporal lineal, pincelada con viajes al pasado en forma de recuerdos del personaje principal, Mihály, un burgués inadaptado que reside en Budapest y que cumple su sueño de viajar a Italia en su luna de miel. Le acompañaremos en un periplo interior en el que se enfrentará a sus contradicciones, sus miedos y sus fantasmas del pasado. Una juventud onírica como convidado en la casa de los Ulpius, hermano y hermana enfrascados en una relación pseudoartística y autodestructiva, marcará la existencia de un hombre en permanente búsqueda y huida de sí mismo. Viajaremos por la geografía transalpina acompañando a Mihály, separado fortuitamente - o no - de su mujer por un tren que se dirige al lugar equivocado, en un descenso a los abismos de la aniquilación del ser social adulto, enmarañados en una apasionante búsqueda de los orígenes deliberadamente olvidados de la psique de un ser humano en permanente contradicción. Un libro embellecido por el humor inteligente de su autor y su natural relación con el lenguaje, que creó hace ochenta años una historia sorprendentemente moderna, en la cual la esposa de Mihály, Erszy, emprende su propio camino en busca de sus raíces psicológicas y emocionales. La acompañaremos hasta París, donde una fémina valiente y segura de sí misma explora los límites de una mujer burguesa con una sinceridad propia de nuestros días. Los amigos de la infancia de Mihály se mueven por la novela en el espacio y en el tiempo, dictando con su presencia o con su recuerdo los pensamientos y debaneos de nuestro protagonista. Janos, Eva, Talmás... pero también nos acompañarán médicos, jóvenes americanas, taberneras, padres y hermanos; figuras surgidas de un mundo aún despreocupado y que tratan de sacar a Mihály de sus abismos con naturalidad y cariño. Personajes sólidamente construidos  que nos sitúan frente a la relación del ser humano con la religión, la amistad, el amor o la muerte.
    Una deliciosa locura transitoria, un paréntesis adolescente y apasionado en la ordenada vida de unos personajes burgueses y desorientados, envuelta en un levísimo romanticismo por la vida mediterránea. Un libro que cautiva por su sencilla belleza y su valentía serena a la hora de explorar el alma humana y que deseamos que no termine jamás.

sábado, 2 de julio de 2016

Página de autor

Página de autor en Amazon
Os presento mi rincón de autor aficionado, donde podréis encontrar enlaces a mis libros y relatos, así como una breve reseña biográfica. Espero que os guste.

Nuevo libro. Senegal: relatos de viajes y cooperación al desarrollo

Ir a Senegal: relatos de viajes y cooperación al desarrollo.
    Es un placer presentaros el primer libro de la ONGD Construye Mundo, titulado Senegal: Relatos de viajes y cooperación al desarrollo. En el podréis encontrar testimonios de periodistas, cooperantes, viajeros y senegaleses, acercándonos a un país pacífico, amable y acogedor, repleto de aventuras, paisajes y gentes por descubrir, de un modo diferente y cercano. Como cofundador, Vicepresidente y voluntario, participo con dos entretenidos relatos de algunos de mis viajes de trabajo por el norte del país, uno de ellos en compañía de mi mujer y mis hijos. También incluyo otro relato de la ascensión al Jbel Toubkal, cima del Atlas marroquí que ostenta el honor de ser la cima más alta del norte de África, en compañía de mi esposa, con el fin de recaudar fondos para la organización. Un libro que rezuma pasión por África (incluye fotos a todo color, mapas e infografías muy intuitivas)  y que destina íntegramente los fondos recaudados con su venta a proyectos de cooperación en Senegal. Anímate a ser solidario de una forma que te hará pasar un buen rato. Muchas gracias por tu apoyo y tu colaboración.

lunes, 20 de junio de 2016

La puerta del ego


- ¿Has abierto tú la puerta?
- No, disculpa, lo hice sin querer, al apoyarme.
- Entra aire fresco, está bien, pero es una puerta de emergencia, y tiene que permanecer cerrada...
- Lo entiendo, ha sido sin querer, pero si por mi fuera, y siendo de emergencia, se quedaría siempre abierta...
- La cierro, pero si de mí dependiera, tampoco me importaría dejarla siempre abierta...
- ¿Para escapar?
- No, para que se marcharan vuestros egos y, llegado el caso, el mío...
- Ja, ja ja, mi ego está más presente aquí que yo mismo, es más fácil que mi cuerpo se volatilice, que mi ego salga por esa puerta...
- Al menos entra aire fresco por un momento, gracias a tu error, pero debo cerrar la puerta...
- No te equivoques, los egos no se refrescan con el aire de la calle..

martes, 31 de mayo de 2016

La Poligonera no sale barata, sale gratis.


 Homenaje a Natsume Sōseki, escritor budista, y a su famosa novela Botchan


    Hoy ha amanecido un maravilloso día de primavera. El cielo es azul y un viento fresco, proveniente de las últimas nieves de las cumbres pirenaicas, limpia las calles de malos augurios. He saludado a un nuevo amanecer sentado en mi cojín de meditación. Soy consciente de que tengo salud, casa, comida, agua, el amor de mi mujer y mis hijos, el sincero aprecio de mis amigos y una vida en paz. La paz interior de no tener nada que hacer ni ningún lugar a donde ir, de no ser nadie y no ir a ninguna parte. De anular la avidez, el odio, el apego y la ofuscación. De no ser esclavo de ninguna pasión, de no ser un simio trabajador-consumidor, y de agradecer a mis pocos enemigos que, con su vacua existencia, me ayuden a desarrollar mis virtudes. Soy consciente de mi cuerpo y mente en paz, y del maravilloso momento presente.
    Como cada día, cuando despiertan, soy consciente de la extraordinaria mujer con quien comparto la vida y de la inmensa felicidad de mis hijos.
    Conduciendo por las calles de Zaragoza, siento una serena alegría. Vamos a recoger a gente que da la vida por mí, y yo por ellos, cada día, y que hemos construido un lugar entre todos en el que somos felices mientras trabajamos. Y allí están, esperándonos, preparadas, con buen ánimo. Desayunamos en una cafetería de la Plaza de los Paralelospípedos, junto al juzgado. Más buena gente, con sus familias, se incorporan. Hablamos de fútbol - el Real Madrid acaba de ganar, por primera vez, la Champions league al Atlético de Madrid de forma humillante, en el minuto 93 - y saboreamos un buen café.
    Antonio, una de esas personas excepcionales que te regalan, sin saberlo, los advenedizos, nos anima a Benito y a mí a entrar en los juzgados. El guardia de seguridad me pide que le muestre cuán grande es el mosquetón en el que llevo mis llaves, y nos reímos. El ascensor nos lleva hasta una amplia sala llena de letrados y clientes. Disfruto del bullir de la compleja actividad intelectual humana. En contra de lo que esperábamos, enseguida nos llaman para conciliar. Antonio, Cucaracha - la toga negra, el pelo oscuro aplastado, su pequeñez y su cara corroboran de forma física el apodo del que se ha hecho justa merecedora con su comportamiento - y Na.di.e pasan a un despacho en el que les reciben la fiscal y la secretaria. El Parásito Familiar y un hombre gordo y calvo esperan fuera. Los mensajes de claudicación falsos han sido enviados hace unos pocos días. Sandra, abogada laboralista y prima de mi mujer, se acerca para saludar y dar ánimos, y también para contarnos que el juez que nos ha tocado es muy "prooperario". ¿Y cuál no lo es?
    No hay conciliación pero queda en vilo, ya que la Cucaracha y el Parásito Familiar quieren luchar por su tajada. Conocemos cómo funcionan los zocos de medio mundo, y sabemos que los despojos sin inteligencia que utilizan a los demás acaban convirtiéndose en carne con la que comerciar, a su vez. Y que la estupidez de Na.di.e, entendida como una natural incapacidad para comprender lo que realmente ocurre, ofuscada por la bilis, juega a nuestro favor. En muy poco tiempo, gracias a un gran abogado y a su maleta "vacía", el regateo nos favorece. 46.000...15.000...10.000...8.000... hasta llegar, sin problema, a improcedencia, retirada del mobbing para todos - con lo cual se reconoce implícitamente su falsedad, algo cierto no se retira por cuatro duros - y se acepta el finiquito ya abonado, al cual le faltan diez días de vacaciones. Y hacemos cuentas: todo lo que ha perdido - y nosotros ahorrado - por las sanciones, la reducción de jornada como intento de presión -y que hemos ahorrado -, perder el módulo presencial, el tiempo y esfuerzo invertidos en redactar mentiras con la Cucaracha, en engañar a psicólogos y psiquiatras, en peritajes y traslados de ordenadores para elaborar pruebas estúpidas, en escuchar audios de forma obsesiva, en convencer a posibles testigos - alguna de las cuales siempre ha puesto a caer de un guindo -, en no dormir, en tensionar la vida familiar, los meses sin ingresos, los honorarios de la Cucaracha y adláteres, el aldaManazo del peritaje, fregar el suelo con su orgullo, por el cual ha perdido trabajo, amigos y un futuro amable - lo triste de las personalidades psicopáticas es que son su propia y continua condena; perder personas les da igual, no nos diferencian de los objetos, y su entorno toma nota -, proteger a un gran equipo profesional y humano y nuestra bendita vida feliz. Y ahorrarnos un sueldo que estábamos dispuestos a mantener, desde que cerramos el otro centro de trabajo, por sincera amistad y cariño. Me hago una simple pregunta: ¿cuánto dinero cubre una reputación y unas referencias arruinadas por siempre en un sector pequeño en el que todo el mundo se conoce? Las alimañas pelean por las migajas que ellas mismas han ido perdiendo por el camino. Cuando se las das, los buitres que les flanquean las devoran y la alimaña continúa alimentándose de odio, orgullo y sonrisa huidiza para ocultar su profunda necedad. Utilizamos la psicopatía con la que nos ha agredido en nuestro beneficio. Tal y como le explica un senador romano al César en Gladiator, la anguila permanece quieta en el fondo del mar, impasible incluso cuando la muerden, para descargar un sorprendente golpe eléctrico inesperado en el último momento. Nos enrocamos y resistimos el asedio para dar un jaque mate fulminante con un par de piezas.
    El Parásito Familiar se revuelve y quiere imponerse en los tiempos de pago. Último estertor infantil y de virilidad capada. Nos negamos y, con la Cucaracha agachada tocando las rodillas de Na.di.e y Parásito, aceptan. La Poligonera no sale barata, sale gratis. Cuando nosotros queremos. A los nueve meses de comenzar un conflicto de niñata mimada egoísta que, solucionado a nuestra manera, le hubiera reportado más dinero, paz y amistad. Cuando nosotros hemos decidido que lo poco que pagamos y la miseria que le llega no cubre la sangre, sudor y lágrimas que se ha dejado para conseguirlo. Habiendo rechazado coacciones, amenazas, manipulaciones y mentiras. Habiéndola obligado a que todo el mundo conozca a su Mr. Hyde. En esta ocasión, Patricia Highsmith no ha conseguido que el talento de Mr. Ripley, A pleno sol, manipule a los grupos de personas que mantiene compartimentados para satisfacer su ego patológico.
    Hemos disfrutado mucho y marchamos serenos y contentos de nuestra madurez y nuestras pocas - o muchas - luces. Mientras, firmando, la Cucaracha, haciendo honor a su nombre, humilla a Na.di.e - a su propia cliente - delante de la fiscal, la secretaria y Antonio - y por tanto, delante de todos nosotros -, diciéndole que una parte es para ella. Antonio afirma asombrado que lo de la Cucaracha amenazándole con que cuidara su espalda y esto, no lo ha visto jamás. Na.di.e, prolongando un ridículo papel que no le interesa más que a los calzonazos que se lo quieran creer, lloriquea ante desconocidos que eso no cubre su sufrimiento, tras haber firmado. La humillación continúa cuando Cucaracha, en un aparte, excitada, le pide el teléfono a Antonio, y éste se lo inventa. Él la suele llamar La Inmunda, la Colega del Inframundo.
    Uno de los despojos que aguarda abajo, Esmeralda, será alcanzada por sus deudas.
   Un montón de buena gente nos espera en la calle, dispuestos a darlo todo. No hace falta. El mayor Arte de la Guerra consiste en vencer sin luchar, Sun Tzu dixit. No era un alma barata, era una desalmada gratis.
   Continúa haciendo un maravilloso día de primavera. Lo celebramos con una buenas jarras de cerveza, en una terraza, todos juntos. María relata la anécdota de una mujer de su pueblo que, insultada de hecho y palabra por una vecina de manera reiterada, le soltó un buen puñetazo. Resultó condenada a pagar diez mil pesetas y, cuando tuvo que aportarlas, puso otras diez mil más, por la siguiente torta que la iba a soltar cuando saliera. Disfrutó tanto que le parecía barato.
    Luego, tarde, nos damos un homenaje en un restaurante vasco. Y después, un gin-tonic al atardecer, con la ciudad a nuestros pies. Hablamos y reímos, de lo divino y de lo humano, y saboreamos los detalles. Disfrutamos siendo conscientes de esa íntima sensación que sabemos que le ha quedado al atontado que sabe que ha perdido en todo y le han hecho creer que ha ganado. Como le pasa en Nueve Reinas a Ricardo Darín. El timador timado por un buen grupo de amigos a los que había tratado como a objetos de usar y tirar.
    Ha sido un gustazo defendernos de una mala persona, la Poligonera y su banda de secuaces, durante los últimos meses. Nos ha ayudado a conocernos mejor a nosotros mismos y a encontrar gente nueva maravillosa. También a saber que tenemos amigos de verdad, que frente a la adversidad nuestra gente es una piña y responde. A defender con serenidad nuestra independencia y nuestra identidad, por las que siempre luchamos, frente a desequilibradas que pretenden imponernos sus decisiones. A digerir la traición y el hostigamiento de un ser cruel, arrogante y dictatorial, bajo su máscara. Una persona vengativa frente a un simple no de esta forma, pero sí de esta otra, arrogante y orgullosa, no sabemos muy bien de qué. El egoísmo y la altivez, pruebas concluyentes de una personalidad mal construida, falta de cariño y rebosante de inseguridades, residen en las entrañas, situadas muy por debajo del corazón y la cabeza. Frente a personas violentas y podridas por su ponzoña interior, hemos opuesto serenidad e inteligencia. Frente a despojos que tratan de imponer sus egoístas deseos al sentido común y al bien colectivo, resistencia. Frente a parásitos de la sociedad, de sus progenitores, de su marido y de sus inocentes hijos, trabajo, esfuerzo, honestidad y buenas intenciones. Frente a la rapiña, valores. Como dijo Ghandi, un gran resistente, la violencia es el miedo a los ideales de los demás. Yo añadiría que el sostenimiento de esos ideales es el espejo que sitúa a los indeseables frente a su podredumbre. Y que no soportan verla, no se soportan y por eso huyen hacia adelante con los ojos vendados y el entendimiento nublado. Ante semejantes seres no sentimos pena ni odio, sino Compasión, con mayúscula. Y un profundo y sincero agradecimiento por ayudarnos a ser mejores personas y mejor equipo.
    Nuestros hijos nos reciben en casa con un torrente de alegría y nuestro hogar nos arropa. Sentado en mi cojín, en la serena noche de primavera, medito acerca de las sencillas y claras enseñanzas de un gran maestro zen: the way out, is in. Si no comprendes esto, jamás hay salida.
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¿Te ha gustado?Lee otro relato de la Poligonera pinchando este enlace. Victoria, Na.di.e o la Poligonera de San Blas


domingo, 29 de mayo de 2016

Nuevo libro: El Dandi del Congo


Ir a El Dandi del Congo.

    Es una enorme alegría poder presentaros mi segundo libro, El Dandi del Congo, basado en los relatos de este blog. Nuestra intención es que paséis un buen rato mientras contribuís a una buena causa. La recaudación íntegra de las ventas del libro irá destinada a proyectos de cooperación en Senegal con la ONG Construye Mundo. Disponible en eBook y en papel. Muchas gracias y espero que lo disfrutéis.