viernes, 30 de diciembre de 2016

Purita Pasión

    Qué bella es. Bellísima. No guapa, que también, sino bella. Su carita limpita, su piel lisa y joven, su bandita recogiendo el pelo, el brillo de sus ojos y todos sus gestos traviesos, sus caritas divertidas, su pasión por la vida... Es bella. Su carota, siempre dan ganas de cogerla la carota y estamparla un sonoro beso en la mejilla, o acercar mis ojos a los suyos para ver lo que ella ve mientras yo también puedo verla un poquito. O acariciarla con el anverso de la mano mientras habla de sus secretitos mágicos o de alguna cosa que le ha pasado en el colegio. ¿Sabes qué?, dice. Mueve sus manitas pequeñas y un poco regordetas mientras explica algo con pasión. Tiene un lunarcito en el centro de la frente, un poquito por encima de las cejas, cual bindi natural, como si el que la pensó quisiera dejar esa señal, como diciendo, eh chicos, os conocisteis en la India, no os olvidéis nunca de que este es el primer bello fruto del árbol de vuestro amor. Ella tiene más lunares y una nariz preciosa. Siempre tiene la carita calentita. Yo la cubro de besos y ella a mí sólo me da uno al día, cuando la animo a dármelo a modo de buenas noches, justo antes de que se sepulte bajo su sábana y su manta y se envuelva hasta la cabeza. Una o dos veces me ha dado un beso espontáneo en el último mes, yo sé que me quiere mucho. También ha comenzado a guardarme cosas de comer o a tener algún detalle conmigo. Sigue siendo salvaje y bella, Purita Pasión. Un día, en verano, comenzó a confeccionar unas revistas con dibujos y textos hechos por ella en medios folios doblados, que fue poniendo uno encima de otro y después grapó. La llamó Puri Cuchita y, desde entonces, yo también la llamo así. Cuchita, mi lechón bello y salvaje. Baila, hace gimnasia rítmica, inventa juegos, se imagina mil historias, construye tiendas y hoteles laberínticos, recorta, pega, dibuja, colorea y crea cuentos, miles de bromas donde aparece la caca, el pis, el pedo y el culo, para que su hermanito se parta de risa. Adora a sus gatitos. Los abraza, los aplasta, los acaricia... Sus ojos son enormes, de mirada limpia, vivos, expresivos. A veces no te mira mientras habla y de repente te mira mucho, pero de una forma que no intranquiliza. Tiene una voz preciosa y esto no quiere decir que sea dulce y femenina, que también, sino que la utiliza de mil maneras; voz de miedo, de sueño, de enfado ~ ahí es cuando hincha los mofletones ~, de rabia, de ilusión, de contento, silencio ~ situación casi inexistente mientras está despierta. A veces queda embobadita mirando la tele un poco de lado, de reojo, concentrada en lo que dicen los personajes de los dibujos animados ~. Habla muy buen inglés y es genial con las matemáticas y con las palabras. Adora a sus amigas y sabe elegirlas bien. Todas la quieren y ella tiene sus normas, respeta las existentes y le disgusta que otros no lo hagan. De esos ha aprendido a apartarse sin aspavientos. Cómo nada, qué fuerte está, y qué estilazo. Me saluda desde el agua con el gorrito de colores y las gafas de nadar, que le hacen aún más carota bella. La amo. Se despide mil veces desde lejos cuando te separas de ella; me tira muchos besos al aire. Todo lo bello y divertido le ilusiona. Le encanta la clase de música, y hacer gimnasia. Espera con pasión la clase de ajedrez, cada dos semanas. Quiere mucho a su hermanito, el único al que besa cada día de forma espontánea. Lleva coleta, trenzas, moño, coletas, moños, pinzas, bandita, gomas de colores. Por fin se desenreda el pelo con un cepillo rosa enorme. Se pinta cosas a boli en las manitas. Es bellísima y la amo con locura, pasión y desenfreno. Ahora todo se le cae, se le resbala, lo tira; manitas de mantequilla, se le pasará. Lo pasamos muy bien juntos. La ayudo a estudiar y a hacer los deberes, igual que su mami. Nos queremos mucho. Le encanta aprender, le apasiona conocer el mundo. Es inteligente y divertida. Traviesa, en plan diver. Le gustan las cosquillas y saltar sobre la cama, y también gritar mientras juega. Canturrea por las mañanas, mientras se viste y juega con su hermano, tras un lento desayuno. Es linda y feliz y la amo. Es pura magia, un bebé precioso que todavía corretea. Algunas cosas le preocupan, o le dan miedo, pero luego se le pasa, cuando viene a que la abraces. Es salvajista, sin término medio, lo cual la hace más bella aún. Hay que educarla y regañarla a veces, pero lo entiende. Es buena, sin maldad ninguna. Preciosa, Puricuchita, Purita Pasión.

sábado, 24 de diciembre de 2016

Cantos de Sirena

   Siento como si hubiéramos apagado nuestra llama movidos por el deseo de no quemar nunca más a nadie, y ese bello y generoso acto, fruto de la lenta transformación de todos nuestros corazones, fuera aprovechado por las teóricas víctimas para arrojar su careta al suelo y dejar libre a su Satán particular, no, o mejor aún, para exagerar la mueca plañidera de sus exageradas poses y transformarse en extraños seres bipolares, que sobreactuan, que gesticulan y aspavientan como un mal actor de teatro, que entregan su pantomima a un público que no tamiza, hipnotizado por ideas bienpensantes y cómodas, dispuesto a juzgar y dilapidar las vidas de pobres gentes, en una especie de ritual de venganza por agravios pasados, en una pira colectiva que abrasa la carne por siempre y marca a fuego la piel con el hierro candente del estigma social, con la marca indeleble que permite odiar sin saber bien por qué. Esos seres que en privado se comportan como pirómanos del tupido bosque de nuestras almas, que queman un poco cada día, no fallan nunca, cada día, buscando el tronco débil de la foresta, ese que en todos existe y que ha de estallar en violentas llamas si se sabe buscar bien, si hurga concienzudamente la Incendiaria, mientras los reflejos de la luz de su antorcha dibujan las afiladas facciones de seres egoístas y monstruosos, a los que no les tiembla la mano, ni por un segundo, cuando prenden fuego a aquel que dio la vida por ellas, a ese caballero que cruzó el Mundo en su busca, al que construyó un hogar para su amada prole, al que abandonó la Tierra Prometida por seguir a la bella sirena que ya cantó a Ulises desde los escollos, esa Incendiaria sí, esa que atrae tu barco, de enchido velamen, hacia el tenebroso acantilado, y espera paciente el momento en el que la quilla revienta en lluvia de astillas contra las negras rocas de su isla, aquella tierra estéril en la que en el fondo nunca entramos, y prende fuego al barco con el Capitán a bordo, y observa, con el sabor de la venganza y la sangre rezumando por sus encías podridas, mirando con un brillo en los ojos, de esos que se relame en la venganza gratuita, al traicionado marynero, al iluso, al que despierta en un mal sueño, en una pesadilla tan inhumana que no puede creer que se ha vuelto real, ese que se arranca el puñal de la traición bien urdida, y que puede ver su sangre brotando a borbotones mientras entrega la daga que él mismo compró a su asesina, con la mirada herida por el amor utilizado en su contra. Ese que deberá pasar por el trance de ver su carnoso y palpitante corazón rojo convertirse en una bola de tejido muerto, carbonizado, duro y quebradizo, que habrá de transitar terroríficas noches de frío e infinita soledad, acunado por el espanto, asomado al abismo del egoísmo y la maldad de los otros, amenazado por la pobreza, envuelto en una fina manta que no calienta, con el cuerpo frío y rígido de los cadáveres, ese que recorrerá la Senda Que Te Hace Más Fuerte, ese Héroe que se levantará una mañana atraído por el último rayo de esperanza hacia la Vida, la suya, pero sobre todo la de otros, aquellos que tiran de él porque precisan de su Amor, ese que dio inútilmente a la Incendiaria y que ahora dará a los bellos frutos caídos del árbol, y que él habrá de recoger y regar. Será, tras la tormenta y el incendio, un nuevo capitán, crecerá de nuevo el bosque, de brotes fuertes que nacen sobre la tierra carbonizada, cogerá el timón de otro barco, más pequeño, más frágil quizá, pero será uno que no acarree ningún lastre, será un bosque que ya nunca nadie podrá quemar jamás.