miércoles, 11 de septiembre de 2019

Atención al ciudadano

Buzón de atención al ciudadano del gobierno de España.
Solicito:
- Que la administración habilite una nueva opción de trato junto a Sr. o Sra: Completo Imbécil, a la cual me adscribiré inmediatamente. Necesito el mayor grado de sinceridad posible por parte del sistema. Me hará bien.
- Que la administración comience a tratarme oficialmente de nuevo como menor de edad, ya que ya lo están haciendo extraoficialmente.
- Que me proporcionen un listado de categorías a las que podría adscribirme como víctima de algo y que pueda acceder a ayudas por ello en un sólo clic. Me da mucha pereza andar buscando pero hay tantas que seguro que pertenezco a alguna.
- La abolición del sistema actual de recuento de votos y la sustitución por un sistema de asignación de mi voto al azar o rotatorio a cada partido político. No encuentro diferencias y me ahorraría el viaje hasta la urna.
- Que, una vez emitido el voto, se tire a la basura, y se cubran los puestos de gobierno con un sistema de tipo oposición por puntos, valorándose objetivamente capacidades como la idiocia, la egolatría y la psicopatía como altamente positivas para obtener el puesto. Ahorraríamos mucho tiempo y dinero y no harían falta cuotas.
- Un sistema oficial de manipulación de alta capacidad con un puesto de conexión en mi domicilio al cual poder enchufarme cada día durante un rato. Algún tipo de sistema de conexión a mi red neuronal que se salte mis sentidos y me aplique todo el chorro de texto, voz e imágenes directamente y en un breve período de tiempo. Así el resto del día podré dedicarme a lo importante y se asegurarán de que recibo mi dosis y hago lo que quieren.
- Que se me permita mostrarme orgulloso y chulesco respecto a mi ignorancia en general y mi falta de formación en particular. Que se me autorice a hablar y a escribir mal, a insultar y a mentir sin que nadie me intente hacer sentir mal por ello ni me reprenda, me corrija o me llame la atención. He observado que es práctica común pero necesito un documento oficial que me certifique.
- Algún tipo de reconocimiento, condecoración, placa o insignia por mis aptitudes: Peón de España, Manipulable Pro, Soplagaitas Official o Carnaza del Poder Premium.
- Que el Código Penal incorpore una nueva pena para mí en el caso de que cometiera un delito grave: obligarme a leer todos los comentarios de los españoles sobre política en las redes sociales y a ver todos los selfies con pose. Moriré muy pronto.
- Un manual --a ser posible con una guía rápida con dibujos, emoticonos y colorines adjunta-- en el que me guíen paso a paso en cómo ser utilizado convenientemente. Con el batiburrillo actual, uno se pierde y a veces se equivoca. Además, me libraría de esa incómoda y estúpida creencia que me sobreviene a veces: que tengo cierto grado de libertad.
- Que se prohíba pensar, reflexionar, analizar o meditar. Que se prohíba el método científico y el análisis crítico. Los pocos individuos que realizan estas acciones resultan molestos y extemporáneos e impiden el correcto funcionamiento de la sociedad, que se rige, como todo el mundo sabe, por las emociones.

En base a ello solicito que se atiendan mis peticiones de inmediato o sino entenderé que se están hiriendo mis sentimientos y procederé a presentar la correspondiente denuncia penal o, en su defecto, una queja en un punto lila.

Un saludo y que pasen una buena mañana, una estupenda tarde y que descansen y que tengan un buen día entero y de tu parte y hasta lueguito.




domingo, 8 de septiembre de 2019

Las banderas de Gulliver



Los España, apellido ilustre, son una extraña familia --padre, madre y diecisiete hermanos-- que ha decidido encerrarse en su casa y liarse a golpes e insultos sin salir de sus camas, bien juntitas, compartiendo con entusiasmo, eso sí, el original objetivo de suicidarse a base de fumar cuatro paquetes diarios, mientras sus vecinos hacen deporte, comen sano y disfrutan del aire freshhhhko.
Tomaron esta decisión cuando leyeron un capítulo apócrifo de Los Viajes de Gulliver, en el que el protagonista llega a una extraña isla habitada por seres con el cuello torcido hacia delante y un pulgar derecho descomunal, los cuales adoraban las banderas de colores intensos. En seguida Gulliver identificó las dos o tres que más les gustaban y construyó unas banderas gigantes que le convirtieron en su rey. Los Sallopilig --así se llamaba este extraño pueblo-- eran una raza casi sin cráneo, cuyo cerebro estaba compuesto por una capa de neuronas del grosor y la forma de un folio y que hacía tiempo que habían perdido el sentido del oído y, lo peor de todo, del olfato y del buen gusto.  Eran ordinarios y cainitas y lo único que les organizaba en grupos eran esas deslumbrantes banderas, entregados con frenesí a adorar la propia y a denostar la ajena. Gulliver agitaba desde el amanecer hasta el alba las suyas y comprobó que excitaban y atraían cada vez a más Sallopilig. Así que Gulliver se convirtió en el Emperador de los Sallopilig, que se parece mucho a ser el rey de los cerdos, lo cual te convierte en un grandísimo cerdo. Eso sí, todos decían disfrutar muchísimo. Unos disfrutones, estos Sallopilig y este Gulliver. Todos sus infantes eran dueños de un spin y los adultos, de una copia de su bandera preferida y de una sonrisa --solo una--. 
Lo malo es que las últimas páginas de este pozo de sabiduría, tan celosamente guardado por generaciones de masones, habían sido arrancadas por una mano negra que dejó impresa su huella dactilar con sabor a ketchup en la última hoja.
Los España, últimos receptores y guardianes de un saber tan peligroso y secreto, decidieron quemar este capítulo innombrable y entregarse a la noble tarea de la muerte por mano propia a base de nicotina y alquitrán, llevándose con ellos a la tumba un conocimiento tan nocivo para el común de los mortales. Eso sí, los cigarrillos, todos con sello del Estado y ultralight, que suicidarse, se querían suicidar, pero sin prisa. Además, ahora eso de ultralight ya no existe. La cantidad de veneno de las cajetillas se clasifica por colores. Colores intensos. Como los de las banderas de Gulliver.


miércoles, 4 de septiembre de 2019

El día de la marmota

Se venden paquetes de ideas intercambiables segmentadas por nichos de mercado, envueltas en plástico transparente protector, en caja de papel, en estuche de lujo, en papel de regalo con lazo y etiqueta, y en su correspondiente bolsa de marca con asas de cuerda, espolvoreada con hierbas aromáticas y polvo dorado. Todos los paquetes de ideas intercambiables vienen apoyados por estrategias de marketing multicanal, adaptadas al nicho de consumidor y al propio medio. Cada paquete viene asociado a un humano que las representa, las vocea y las vende, ducho en técnicas de venta, y apoyado por un equipo de profesionales expertos en neuromarketing y hábitos de consumo, que trabajan para colocar el producto a cambio de un único billete, el pasaporte al éxito de la organización que fabrica los paquetes de ideas. La competencia en este sector ha aumentado notablemente en los últimos años y entre 4 y 10 organizaciones compiten por un trozo de pastel de tan suculento mercado.
Los consumidores tienen hasta el domingo para seguir recibiendo impulsos de entrada y generar su única respuesta de salida, cumpliendo orgullosos con su papel de robots orgánicos desechables. A partir de ese momento, las organizaciones regatearán con sus paquetes de ideas y sus billetes únicos en pos de generar nuevos paquetes que les permitan hacerse con la hegemonía del mercado y coordinar la vida de los robots orgánicos. Todas las posibles respuestas posteriores de estos consumidores se encuentran tipificadas en 5 o 6 paquetes y el sistema dispone de medios para encauzarlas convenientemente, bajo el gobierno de un algoritmo que genera en el robot una sensación de libre elección individual, lo cual facilita la estabilidad del sistema y el correcto funcionamiento de cada unidad orgánica, sin pérdida de productividad laboral y consumidora.
Enhorebuene a todes.


Máximo



Durante todo el siglo XXI, la degradación e infantilización de las sociedades occidentales, y en concreto la española, parece no tener fondo. Compuestas por generaciones de individuos con rasgos desdibujados en cuanto al carácter, los valores y la épica de la existencia, pero bien definidos en su egoísmo, cobardía, pusilanimidad, cortoplacismo, hedonismo barato y capacidad para la mentira sin sonrojo (el famoso Relato, que comparte raíz con Relativismo). Individuos que no damos para un único retrato eterno de pincel y recargado marco que plasme nuestra poderosa alma, sino que más bien parecemos la piel reseca y desechada que ha dejado atrás la serpiente retocada que aparece en miles de fotos utilizando nuestra cara. 
El homo sapiens ha sido sepultado. 
El individuo, despedazado y el ciudadano ha entregado su alma al diablo: la promesa de la felicidad eterna. Aún así, siguen siendo estas tres las únicas de entre nuestras condiciones que nos acercan un poco a la libertad y a una vida con sentido.
Las personas nos hemos vuelto tan ignorantes que nos hemos dejado arrebatar las conquistas de las grandes civilizaciones antiguas y de los últimos 500 años. Ahora sólo somos un conjunto pegajoso y maleable de identidades que nos definen como opresor u oprimido, víctima o verdugo, pudiendo ser una cosa o la otra en función de quién esté hablando y en qué semana lo haga. Y esa siempre ha sido la antesala del tribalismo y la confrontación, la cual degrada en todo tipo de violencias. Todo esto define el triunfo de los ignorantes y los mediocres persistentes sobre una masa de ignorantes y mediocres mentalmente débiles y humanamente perdidos, yonquis de la siguiente dosis de sonrío, disfruto y lo cuento, antesala de la caída maniacodepresiva que siempre llega y, oh, nos pilla desprevenidos y débiles.
Cada vez hay que mirar más lejos y a lugares más vacíos si lo que uno desea encontrar es algo que tenga un poco de sentido.
Nos merecemos cada cosa que nos pase. Ni siquiera somos los que eligen la pastilla azul de Matrix para permanecer en nuestro sueño. Somos más bien el abyecto judas que traiciona a los suyos para que le reingresen en la maldita cápsula de colores de la felicidad eterna, encantado de que nuestra sangre y nuestra carne sirvan de comida para un sistema degradado, el mismo que despedaza nuestro reblandecido y viscoso cerebro en las cuchillas del último modelo de temor-mix.
El único ser vivo conocido consciente (y el único consciente de su propia muerte, de lo cual ya dudo) reniega de su naturaleza intrínseca y de las grandes conquistas que nos elevan un poco del sufrimiento y nos convierten en privilegiados, para ponerse en manos de iletrados verborréicos infantiles y egoístas que nos clasifican, nos datan, tatúan sobre nuestra superficie pulida, lisa, vacía y brillante nuestros números de serie, esos que nos dictan qué bala somos, mientras nos utilizan como su munición y nos disparan contra nosotros mismos, esperando emerger de entre nuestros despojos como auténticos salvadores, en un patético drama que siempre termina mal para los mismos.
Transformar una bala roma en un cuchillo afilado parece tarea imposible y cada vez me da más la impresión de que efectivamente lo es. Es imposible.




El hombro



El hombro es la articulación que une el pensamiento y la acción, y el techo de las emociones: del corazón desbocado y de la respiración que presiente. Un lugar del mundo tan poco mencionado siendo, sin embargo, geografía de encuentros con el otro. Se ofrece para llorar sobre él. Y para ayudar a soportar las pesadas cargas de la vida de los otros, de los amados. Puede ser el susurro de la sensualidad, el comienzo de una aventura. Una mano sobre él transmite ánimo frente a la adversidad. Las dos manos regalan apoyo y confianza. Si se ponen a los lados, levantan el ánimo del que duda de sí mismo, le recompone y le afianza.

Es un arco, una bóveda, un puente. Un cruce de caminos, igual de buenos todos. Una puerta o un tobogán. El telescopio para ver las estrellas o la lupa que agiganta los secretos más diminutos.
Me parecía un buen lugar el hombro, sí señor, hasta hace bien poco. Un buen lugar.

Y es que en los últimos años he descubierto que también es un botón, un interruptor, una especie de palanca, en la mente de los cobardes, al menos. Sospecho que imaginan que acciona un resorte, que activa una maquinaria interna que pone en marcha lo que ellos están deseando ver, aunque no exista. Porque parece ser que del hombro puede partir un camino que lleve derechito a las vísceras. Las mismas que los cobardes tienen repletas de bilis.

Y así, la hembra golpea el hombro del hombre --estaba deseando poner esas tres palabras en la misma frase--. A veces lo empuja, ojos desencajados que no pestañean, torrente de voz estridente, a ver qué pasa. Otras lo golpea, repetida e insistentemente, con el dedo índice, acompañado de un buen puñado de gritos e insultos.

Nada.

Tras el fracaso propio, la hembra envía a otro hombre contra el hombro. Podría ser una copia mala de un malvado de los cómics de Tintín, sin entrar en detalles. Pone la mano en el hombro para amenazar, mirada oculta tras las gafas de sol.

Impasible.

Luego, uno de esos que está en un bando porque es demasiado cobarde para estar en el otro, aunque ganas no le falten. Una de esas personas a las que la realidad les importa un bledo, orgullosas de ser ignorantes. De los que quieren mandar callar la verdad a base de golpes que no dejan marca. Así que coge carrerilla para golpear hombro contra hombro, hombre contra hombre. Un títere de las hembras. Deseando que se accione el resorte y poder así contentar a las esposas poniendo las esposas.

Gandhi, Mandela, Ferrer. Muros de paz.

Golpear el hombro se descubre como la violencia de los cobardes. La misma violencia que quieren provocar y que no encuentran por mucho que busquen porque no existe. Esa violencia que ejercen, ya sin cortapisas, contra los más débiles, cuando nadie mira.

Los más débiles que son también los más amados, dueños de tus hombros golpeados, que ahora ofreces aún más fuertes. Que son su asidero y su refugio, su escudo, su lanza y su cobijo. Su sostén, sus cimientos, su chaleco antibalas, su cueva de la risa...

su canción.

Un buen lugar, el hombre. Perdón, el hombro.


miércoles, 15 de mayo de 2019

Belleza natural, bocata

"Abrazaba su serenidad, su inocencia, su apasionante realidad. Estaba ahí, más vivo que nadie, yéndose hacia el futuro, a cada segundo. Su belleza --mero existir-- abrasaba la tela de araña, realzaba el descorazonador mecanicismo de los clones o de los robots orgánicos. Su voz, sus juegos con el lenguaje, tan sencillos, convertían el manido río de palabras que fluye monocorde y tedioso, desde el amanecer hasta que cae el sol --y por tanto, losa eterna, insufrible, de la sociedad global--, en una tortura de mediocridad para la mente que busca la chispa del intelecto, tal y como el sediento bebe la última gota de agua en el desierto helado. La caricia lenta, la mirada cálida, la mano delicada en su cara. El brillo de los ojos mansos, la risa libre, jovial, despreocupada, limpia, tan limpia. Abrazo no pedido, suave, sin duración, sin factura, dado como si no fuera nada, mientras se escuchan ruidos amortiguados de otras vidas tras la pared y la luz del atardecer entra oblicua y naranja, iluminando el polvo que flota y un momento por el que merece la pena vivir y que olvidarás, aunque le hagas una foto".

 Belleza natural, bocata
 Sudeer Menada


jueves, 11 de abril de 2019

Yo siempre se escribe con mayúscula

    Eres un simio trabajador-consumidor sintiente que genera datos constantemente. Te tenemos bien estudiado. Eres fácilmente predecible, aunque te hagamos creer que eres único, especial. Categorías, clasificaciones, listas... Sabemos lo que vas a hacer, sentir, decir o ¿pensar? antes que tú mismo. Incluso podemos inducirte, sutil o descaradamente, a que hagas, sientas, digas o ¿pienses? lo que nosotros queremos. Por favor, haz lo que se espera de ti y no te salgas del guión. No vayas a fastidiárnoslo todo.


Los rayos X existen aunque no puedas verlos, pero las brujas no

"Las cuatro dimensiones(espacio y tiempo) son en la práctica infinitas para una escala humana. El tamaño del universo es inabarcable y la duración del tiempo inconcebible. La mente consciente es, a día de hoy, una aberración puntual y pasajera de la materia. Ha aparecido hace una milésima de segundo y desaparecerá dentro de algunas más, en un microscópico lugar del universo. Todo existió, existe y existirá con independencia de la presencia o ausencia de esa mente consciente. Pero, ¿cómo existe ese Todo independiente? ¿Existe el sonido si no hay nadie que lo escuche?¿Seguro?¿Existe la música si no hay nadie que la toque?¿Existe el color rojo si no hay nadie que diga "color rojo" y comparta esa convención con otras mentes conscientes?¿Existen el amor, el odio, la amistad, la esperanza, los dioses, los números, las naciones, si no hay nadie que las sienta o los piense?¿Cuánto de todo eso tan importante e incuestionable que nos rodea existe en realidad? El Universo no es mente, es materia y tiempo pero, ¿y nuestro pequeño universo, nuestro mundo, nuestra pasajera sociedad, nuestra efímera y corta vida de homo sapiens?¿Es mente?¿Cuánto es opinión, subjetividad, etiquetas?¿Seguro que existe? El reconocimiento de nuestra subjetividad es el primer paso para ser quizá, algún día, libres y auténticos, aunque eso tampoco exista."

Extracto del libro Los rayos X existen aunque no puedas verlos, pero las brujas no. (El autor también ha publicado Vacúnate y piensa y No sientes tantas cosas como crees, tan sólo es ignorancia, todos con Editorial Machaka)
Bradley Hawk-Lewinsky
Carpintero, actor y Doctor en Física Teórica por la Universidad de Caltech


lunes, 11 de febrero de 2019

Muda

  "Brenda comprendió que todos los problemas eran en el fondo el mismo: El caballo salvaje. Ese al que se permitía cocear a su antojo; o al que se intentaba sujetar con riendas, o domar, o manipular, excitar. Castigar. Amedrentar. O complacer. 

Sin éxito. 

 Brenda decidió no hacer nada de eso. Simplemente, se dio la vuelta y se marchó. Abandonó al caballo. Redujo su comunicación corporal y facial a la mínima expresión. Dejó de coger el teléfono, de escribir mensajes. Desenchufó los cables --axón adherido a la pared, sinapsis de imágen y sonido-- que descargan contra nuestros cerebros. Y renunció a la condena de tener que hablar. Las bellas canciones existen aunque nadie las esté cantando. Se transformó en un ser humano. Se escuchaba respirar. Miraba la luz --velocidad de los fotones-- y jugaba con las moléculas del agua entre sus dedos. Saboreaba los sonidos que emanan del silencio. Le quitó el reloj al tiempo. Tamborileaba los objetos del mundo con las uñas de una mano y miraba a cada persona con la que se cruzaba con la barbilla apoyada en la otra, como lo hace el cocinero cuando observa, complacido, burbujear el agua hirviendo en la que ha sumergido a la langosta. El hilo de sus pensamientos discurría suave, delicado, como lo hace el murmullo del riachuelo en el bosque cuando no hay nadie allí para escucharlo". 

Muda 
Valeria Song


lunes, 4 de febrero de 2019

Dentistas con alma




    Mi deseo más profundo en la vida, mi anhelo de felicidad más íntimo ha sido, desde que tengo recuerdos, ser una fracasada. Escaparme de la escalera de la vida, esa que sube esforzadamente cada peldaño para, sin remisión, volver a bajarlos todos hasta regresar al punto de partida: la no existencia. Siempre he soñado con recorrer un sendero más o menos recto y sin desniveles, bien pegado al suelo, que me evitara tanto ajetreo para, al final, terminar igual que todos: pasto de los gusanos y completamente olvidada. Para ello, he hecho todo lo humanamente posible para evitar estar expuesta. Sí, expuesta a la mirada de otros. Esa mirada que lleva soldada tantas opiniones sin fundamento, tantos deseos irracionales, tanta ignorancia desenfadada, tanta maldad disfrazada, tanto egoísmo latente. Expuesta a que existas para alguien, te tome como su centro del mundo, te crea el clavo de su abanico, y te obligue a subir los peldaños de su predecible, aburrida y complicada vida, en la cual un insignificante y efímero ser vivo cree que todo lo que le pasa es protagonista y todo lo que le pasa a una es secundario. Que una sufre, vive y muere por un bien mayor, que es su conjunto de pequeños triunfos –uno detrás de otro, uno detrás de otro, tan diminutos y olvidados--. Mi deseo es no ser vista, no ser escuchada; ni siquiera olida. No ser odiada pero tampoco amada, que no me envidien ni me deseen ni me propongan por mi valía ni me alaben por mis méritos, ni caer bien ni mal ni regular sino más bien al contrario. No saber ni ser sabida, no sentir ni ser sentida, no pensar ni ser pensada. No tener opinión y no ser opinada. Ni religión, ni política ni aficiones; no soñar ni ser soñada. Ser como la materia oscura, pero tal y como es ella, ni oscura ni clara. Y tan solo sospechada. Presente y ausente. Una materia que no existe.
    Pero por mucho que yo no lo quiera soy materia que existe y se degrada. Soy piel y huesos y carne. Soy vísceras y uñas y humores viscosos, malolientes. Soy ojos que dejan de ver y oídos que ensordecen y rodillas que duelen. Uñas que crecen y pelo que se ensucia y dientes que se pudren: dientes, que se pudren. Soy una mujer fuerte, sana, que no ha sufrido grandes penalidades. He envejecido bien y he conseguido que el mundo no sepa que existo. Tan solo tengo un talón de Aquiles: mis dientes, se pudren. A causa de ellos, me he visto obligada a salir al mundo y ser vista, revista y revisada, oída y escuchada, habiendo tenido la fortuna de ir a parar a la consulta de un dentista que se centra en mi boca e ignora el resto de mi ser por completo. Sospecho que no es falta de humanidad, ni frialdad ni indiferencia. Simplemente, compartimos el mismo y profundo deseo: que nos dejen en paz.
    Pero cuando mi marido murió yo fallé. Éramos como dos gatos en la misma casa pero él se fue y me dejó sola. Supongo que el primer soplo de aire que entra por la ventana rellena el vacío de la silueta ausente –felina--. En mi caso fue por la radio. Una voz; música; unos mensajes calculados, directos a mis débiles y solitarias neuronas. Y reaccioné. Interactué. Me moví. Cogí el teléfono y llamé a Dentistas con Alma, como si mi dentista de toda la vida no la tuviera, por mucho que me la ocultara, que no la expusiera, tal y como hacía yo. Quizá la que había perdido su alma era yo misma, que no sé si era la mía, tan liviana, o la de mi marido. Caí en la trampa de la voz dulce y amable que sin embargo no para de hablar y no te deja pensar mientras te dice lo que debes hacer y sentir y esperar –anhelar-- y pagar. Y casi sin darme cuenta me encontré subida en un autobús que me recogió en la Plaza Elíptica, papeles para una financiación en mano, camino de una clínica dental de siete plantas junto a la Estación de Atocha. Muy visible, muy poco en paz y muy sola.
    Ahora soy una mujer sin dientes podridos. Tampoco tengo los sanos. Unos tornillos de titanio perforan mis senos y otros aplastan un nervio de mi mandíbula. No puedo llevar las prótesis que van sobre ellos y no puedo dejar de pagar al banco una letra que devora mi pensión de viudedad. Las infecciones y el dolor me atormentan desde hace meses. Ellos son Dentistas con Almas, porque cerraron y se llevaron la mía y la de muchas personas más. Mi espíritu era liviano, casi inexistente: era fácil arrebatármelo. Mi salud y mi dinero también. Mi gato se marchó y quedé expuesta. Fui sabida y pensada. Y después, claro, fui engañada, manipulada, robada y torturada. Fui utilizada y abandonada. Aplastada por una manada.
    He regresado a mi dentista de siempre. Me he sentado y he abierto la boca, sin hablar. Él se ha acercado y ha colocado su espejo dentro. Me ha revisado y me ha explicado todo lo que hay que hacer para acabar con mi sufrimiento. Nuestros ojos no se han cruzado. No había rencor en su voz. No ha pensado ni sentido ni juzgado. Es un profesional. Además, me han contado que su esposa falleció hace bien poco. Creo que lucha por no quedar expuesto, como yo, y que alguien le arrebate, en un descuido, el alma y la paz.



sábado, 2 de febrero de 2019

Ya no me da la meditación pa tanto ego suelto

"RUEGOS Y PREGUNTAS

 - Su Santidad, tengo una amiga que se declara cristiana y budista. Sonríe y es amable con los desconocidos pero me consta que la conduce el odio, la envidia y la codicia en su vida privada. Va a misa, medita sobre su cojín y se acuesta con un rosario bajo la almohada. Después se queja de que no puede dormir. ¿Qué opina Su Santidad?¿Existe alguna forma de ayudarla a dormir mejor? 
 - Menudo comienzo(risas). Usted sí que sabe ponerme en un aprieto(más risas). Ante un caso así, tendría que consultar con mi maestro(está muerto, más risas). De momento me remitiré a esa broma que circula sobre mí en internet y cuando vuelva por aquí ya le diré lo que me ha aconsejado mi maestro(Todo el auditorio ríe y rompe a aplaudir)"

Charla de Su Santidad sobre meditación y Occidente. Universidad de San-di-ego, febrero de 2008.
Del libro: Ya no me da la meditación pa tanto ego suelto.
Dalai Lama




viernes, 18 de enero de 2019

Cómo jugar a las damas sin tablero

"El lenguaje reducido, ramplón, monocorde; las conversaciones repetitivas, formales, previsibles, anodinas; y el reduccionismo intelectual, el orgullo de la ignorancia o la inquisitorialización de toda palabra, idea, gesto o chiste'-/ aniquilan el ingenio, la vivacidad, la chispa, la imaginación y reducen la existencia del ser humano a una plasta informe sin sentido alguno. A veces la Humanidad parece una versión cutre de un asistente virtual en pruebas, clonado hasta el infinito nacer y morir de individuos en el día de la marmota. La neurona y el glóbulo rojo malviven ante nuestro gran, simple y neomoralista monumento poliasexuado, prístino y sumariamente preventivo. Por eso el silencio es nuestra moneda y nuestro precio: su cruz, nuestra cárcel y su cara, la más inabarcable de las libertades."

Cómo jugar a las damas sin tablero 

Roth Zelop 
Ex Campeón del Mundo de mascar tabaco


El diablo está en los detalles

"- Me están pisando los talones, Mike.
 - Estás de mierda hasta el cuello, Jimmy. Mira, llevo toda la vida rodeado de políticos, periodistas y abogados. Estoy viejo, pero creo que eso me da derecho a contarte algo que he aprendido: En el siglo XX, el diablo estaba en los detalles. Ahora está en la ausencia de detalles o, peor aún, en su abrumadora presencia". 

Llevamos cincuenta años usando el mismo guión y sólo cambiamos la ropa y el decorado(pág. 212) 

Jude Creek