miércoles, 9 de octubre de 2013

El Doctor Babitas

   Al doctor le apasionan los dibujos animados. Todos. Sentado en el sofá, descalzo, con sus piececitos al fresco, observa embobado el televisor. Tiene manchas de comida en su polo azul, la barbilla húmeda por las babitas y el pelo alborotado. Con su mano izquierda abraza un muñeco sobado por el cariño, mientras murmura palabritas con su dulce voz y sonríe con la mirada. Suena su teléfono de plástico rosa, forrado de pegatinas desgastadas de colores.
- ¿Sí?
- ¿Doctor Babitas?
- ¿Sí?
- Estoy enfermo doctor.¿Puedo ir a verle?
- Sí.
    El doctor Babitas se levanta del sofá para ir a su dormitorio y buscar su maletín. Uno de sus lados es rojo intenso y el otro transparente. Contiene todo el instrumental y medicación que necesita. Lo sujeta por el asa y corretea descalzo y sonriente de vuelta al cómodo sofá. Al poco aparece el paciente que acaba de llamar.
- Buenas tardes doctor.
- Muy bien.
- Sí, esto...mire doctor, me encuentro muy mal. Necesito que me vea.
- Sí. Siéntate aquí.
- Gracias por atenderme tan rápido, doctor Babitas.
- Muy bien.
   El paciente toma asiento a su lado mientras el doctor abre el maletín de plástico. Primero toma un martillo amarillo y le da un golpecito en la rodilla. El paciente levanta la pierna en un rápido sube y baja, imitando un movimiento reflejo. Luego, le coloca el martillo delante de cada ojo, muy despacio.
-¿Te duelen los ojos?
- ...
- Ya está. Sí. Muy bien.
   Tranquilo y en silencio, devuelve el martillo a su sitio mientras una gotita de baba comienza a descolgarse de su barbilla. Coge ahora un instrumento con forma de embudo y un mango de color rojo y toca la punta con el dedo mientras murmura:
- La luz...
    Lo coloca en el oído del paciente y mira por el instrumento mientras hace suaves ruiditos con su boca, muy despacio. El paciente puede notar su olor a mantequilla templada. El instrumento amplifica el murmullo y cree entender:
- Miau. Soy el gatito cariñoso...
Haciendo caso omiso de tan extrañas palabras, le responde:
- Doctor, me noto muy caliente.
El doctor Babitas toma un termómetro grande y rojo. Mueve la escala hasta los cuarenta grados y le apoya la punta en la frente.
- Estás frio.
- Doctor, se coloca en la boca.
- Estás frío.
- ... Me duele la garganta también doctor.
El doctor Babitas devuelve el termómetro al maletín y saca un palo de madera plano.
- Esta punta no hace pupa.-dice.
    Lo mete en la boca del paciente de forma brusca y le golpea el fondo de la garganta. El paciente sufre una arcada.
- Muy bien.
  Saca ahora un fonendo de plástico amarillo y azul. Los extremos no le caben en los oídos y los deja apoyados en el cuello. Sujeta el otro extremo y lo coloca en el pecho del paciente.
- Le duele el estómago.
- Pero doctor, el estómago está más abajo y ese aparato no...
- Muy bien.
    Por último, saca una jeringa de colores sin aguja y cuyo émbolo no contiene líquido, sino una esponjita espumosa. Se la pone en la boca y presiona con suavidad.
- La medicina. Ya está.
- Doctor, sigo encontrándome muy mal.
    El doctor Babitas vuelve a mirar distraído el televisor. Todo el instrumental está desparramado sobre el sofá. Un hilo de baba le cuelga hasta casi alcanzar sus pantalones de pana gruesa. Cruza sereno sus piececitos desnudos y respira lento y suave. Su cuerpo está relajado mientras deja pasar unos segundos.
- Nos queremos mucho,¿eh? -dice con su dulce voz, mientras se gira y le da un abrazo.
    Por fin el doctor Babitas ha encontrado la medicina que su papá necesitaba. Una vez más,  el paciente está curado.