sábado, 4 de agosto de 2018

El Ganadero

    Aunque pueda parecer una vulgaridad, me llamo Soid. Siempre tuve vacas, ovejas, corderos, cabras. Era muy observador. Y me dio por estudiar. No recuerdo por qué, además no importa. Estudié mucho y ahora soy El Ganadero. Observé a mis animales y estudié aún más.
  Organicé un sistema productivo perfecto y me fue bien. Todo automatizado, sincronizado, coordinado, eficiente, limpio... Pero llegados a un punto, no daba para más. Y el ganado se moría. Creo que de tristeza y de aburrimiento. Observé y estudié aún más. Entonces tuve una visión.
    Mis vacas viven como reinas. Hacen cinco comidas al día. Disponen de su propio hospital. Cada una tiene su casa, con todas las necesidades más que cubiertas. Pastan durante horas junto a su familia y sus amigas. Cuando trabajan, disfrutan de puestos ergonómicos y ordeñadores especializados. Las lavamos y masajeamos a diario. Gozan de sus sementales. Pasan un mes al año de vacaciones en otros pastos. Escuchan música y ven imágenes del Paraíso. Lo único que conseguí fue retrasar sus depresiones, aunque estas se volvieron más prolongadas cuando aparecían.
    Observé y estudié aún más. Mis vecinos rezan. Entonces tuve una epifanía. Mantuve su vidorra de ensueño pero introduje situaciones de tensión y sufrimiento.
    Desde entonces mis vacas producen leche y miel. Cuero, lana y plumas. También corcho y marfil. Carne y láminas de oro. Sus ojos se convierten en diamantes. Sus pezuñas son cuñas de plata. Sus uñas me dan nácar y mirra.
   Sobrevuelo, de vez en cuando, cabalgando mi Pegaso, su pequeño mundo. Hace miles de años que ninguna de mis vacas me ha visto y ya no saben quién soy.
    Yo estudio y atesoro paz y silencio. Visto con diez túnicas iguales. Floto y escucho música. Pinto, esculpo, escribo. Bailo. Nado las auroras boreales. Respiro hondo. Charlo bajo los pinos. Dejo que el viento me acaricie la cara. Todo lo hago muy despacio. Leo al atardecer. Escucho a mi Hijo, un idealista que quiere empezar de cero, y a mi hija, un Espíritu libre. Dibujo el arco iris sobre el horizonte, cuando llueve. Dejo que la luz del sol me despierte y que las estrellas se cuelen en mis sueños. A veces creo lo que imagino, trazándolo con mis dedos en el aire. Hay días en los que mi cuerpo es de burbujas y plastilina.
    Soy lo que mis vacas sueñan que soy y eso me hace libre.


No hay comentarios:

Publicar un comentario