martes, 31 de julio de 2018

Empoderhada

    Ella olía a niña bien de provincias. Aquel hombre sin nariz le arrebató el teléfono de las manos mientras ella continuaba hablando con la nada. Él corrió hasta una alcantarilla y le lanzó la tapa como si fuera un frisbi. El agujero del suelo se lo tragó. Ella se arrodilló y contempló el negro abismo. Sonrisa congelada, ojos sin párpados, marioneta mecánica que no sabe parar de hablar. En contra de lo que esperaba, una corriente de aire fresco desprendió la tapa enredada en su pelo de plástico quemado. No sabía muy bien qué hacer, ni siquiera lo intuía, aunque albergaba sentimientos podridos, como siempre.


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