jueves, 16 de agosto de 2018

Un mal trato, siete patrias y una falsa potestad

    Aquella mujer era una sonrisa pegada a la imagen mutante de un espejo. Su marido era un signo de interrogación con barba, unas pupilas tatuadas con una exclamación, el brillo travieso de cualquier carcajada. Los aplastó un camión georgiano cargado de agua de mar y de sicarios y ya nunca más quedaron para escupirse en el café del otro. Ella aún camina como si fuera una muñeca rusa pero ahora algún equidistante lo nota. Él se ha convertido en el arbusto amarillo bajo la nieve, en el silencio que flota tras el paso del águila imperial. Un fotón que ha viajado durante millones de años acaba de chocar contra el excremento de un gusano con corazón de titanio. Ah, y este verano, ¡sálvate tú!


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