miércoles, 22 de agosto de 2018

Sexo, Instagram, me gusta, toma tu bandera y compra ahora haciendo clic aquí, machista

    Aún le funcionaba la mente abstracta. Con ella pudo imaginar, o quizá ver, una gigantesca red de palabras e imágenes --ideas-- que envolvía la Tierra, las cuales llovían sobre los humanos a través de máquinas capaces de encauzarlas hacia el oído o el ojo y así penetrar e impresionar la otra gran red del planeta: el tejido neuronal. El cual, a su vez, recombinaba lo recibido por los diversos canales y emitía de nuevo palabras y generaba acciones --imágenes-- que, por medio de los canales de captación esparcidos por nuestro pequeño mundo, regresaba a la red de palabras e imágenes planetaria o se extendía por la red neuronal con mayor o menor éxito. Ambos tejidos quizá fueran en el fondo uno solo, aunque la masa neuronal era la creadora del todo. Su tamaño, albergada dentro de los cráneos humanos, había crecido exponencialmente durante los últimos cien años, aunque también antes, y su necesidad de proyectarse, de salir fuera, resultaba desde hacía tiempo incontenible. 
    Él sabía que los cerebros tienen un punto débil: su dependencia para existir del resto del organismo que les alberga y al cual dirigen. Y quizá otro, relacionado en el fondo: su primitivismo en relación a los binomios placer-dolor, agrado-desagrado, gusto-disgusto, amor-odio. Y otro más: su connatural tendencia a generar respuestas impulsivas a estímulos externos --aún le funcionaba la mente abstracta--. Y otro: su propensión a simplificar la realidad para poder manejarla con sencillez, es decir, a colocar los hechos, las ideas y las personas en casillas estancas, embolsarlas y ponerles una etiqueta. Muchos defectos son esos. 
    Pudo imaginar, o quizá ver, como una porción de esa red neuronal utilizaba sus propios defectos para dirigir todo el tejido. Como se densificó la red de palabras e imágenes y las máquinas que las canalizan, y como ésta se utilizó para sobreestimular a esas neuronas tan primitivas y dominantes, esas pequeñas áreas de tejido impulsivo y director, viscoso, amoratado y sanguinolento, propietarias sin embargo de axones poderosos --y adictos--, bien conectados a centros de respuesta inmediata y ansiosa dentro de cada insignificante y desechable cuerpo humano, esa carcasa que utiliza la bacteria mitocondrial neuronal para expandirse.
    Pudo imaginar, o quizá ver, como esa porción de red neuronal --unos cuantos cerebros y sus correspondientes cuerpos-- comprendía todo esto y atesoraba los conocimientos y llevaba a término las acciones para su propio beneficio, para ir poco a poco --y al mismo tiempo muy rápido-- dominando, controlando y dirigiendo el resto del tejido neuronal con los estímulos recurrentes apropiados, provenientes de la gran red de palabras e imágenes, que a su vez se alimentaba cada vez más con las extensas masas de neuronas ya manipuladas --círculo vicioso o virtuoso, según el punto de vista--, con lo cual se acercaba el momento en el que el sistema se alimentaría a sí mismo y ya ni siquiera habría que dominar, controlar y dirigir, sino tan solo disfrutar de forma indefinida del cambio alcanzado, de la remodelación anatómica y real de los tejidos y sus conexiones, de su simplificación, de su rendición babeante, de su esclavitud complacida. Disfrutar de esas masas de tejido y vísceras cuyo órgano director se encontraba sojuzgado, hipnotizado por sus intensas y permanentes señales, ocupado y a la vez adicto al mundo imaginario que ellos mismos habían creado y que aprovechaba su primitivismo para convertirlos en autómatas a su servicio, en simples simios trabajadores-consumidores enganchados a la droga más poderosa que existe: el placer impulsivo. 
    Y todo esto lo pudo imaginar, o quizá ver, siendo parte de esas redes y conectado a ellas, porque era adicto al sabor de aquel filete imaginario, aquel que sabía que no era real pero que tanto le gustaba. Ya que, al fin y al cabo, él tan solo era una reminiscencia obsoleta del pasado, un pequeño defecto del sistema, y pronto moriría y con él, esa mente abstracta que aún le funcionaba. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario