El policío me puso en manos del alguacilo, quien a su vez me llevó en presencia del juezo. El fiscalo solicitó pena de carcelo. Mi carrera de ladrono se terminó. Tenían el armo, la pistola. También el puñalo y mis huellas en el tunelo. Yo era un ignoranto, un imbécilo acabado. Pero...
Las amaba, a cada palabra hablada.
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