miércoles, 27 de mayo de 2020

Aullidos




     Hechiza la noche azul bajo la luz de la Luna llena y las estrellas, que baña un gran claro en el denso bosque de pinos. Una manada de ciervos enfermos acude a beber del lago que descansa en su centro. Las tranquilas aguas vibran levemente por la suave caricia del viento, mientras los ciervos abrevan.
    Brillan ojos inyectados en sangre en las lindes del bosque oscuro. De un lado, los lobos; del otro, los chacales. Sus pequeños cerebros se encuentran dominados por la bioquímica de la violencia. Ambos grupos penetran en el claro y se aproximan a sus presas. Huelen su debilidad, enfermas y acorraladas.
    Los líderes de chacales y lobos aúllan y su grupo amplifica ese aullido, mecánicamente, sin pensar, sin ser conscientes de que alienta y anuncia el preludio de una masacre. La furia, el odio visceral y la respuesta mecánica y reactiva de los perros salvajes convierte el claro del bosque en un infierno de destrucción de vida y deja las antaño serenas aguas del lago revueltas y teñidas de sangre caliente, mientras los cadáveres de lobos, chacales y ciervos se pudren en la serena noche y la enfermedad de los astados se propaga por el bosque. 
   Los lobos y los chacales se han despedazado mutuamente y han acabado con todo. Su enfermedad es su simpleza. Incapaces de afrontar problemas complejos y con una única respuesta al entorno cambiante: la agresividad, la violencia. 
   El ciclo de la vida transformará sus restos en materia y energía para otros seres y asomará la Luna llena sobre el lago sereno cada veintiocho días, un baile perfecto junto a la Tierra que perdurará durante eones.

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